El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, pronunció este viernes un encendido discurso ante la Asamblea General de la ONU en el que defendió las operaciones militares en la Franja de Gaza, rechazó de plano la creación de un Estado palestino y dedicó buena parte de su intervención a relatar los ataques del 7 de octubre que, dijo, marcaron a Israel.
La intervención del jefe del Gobierno israelí se desarrolló en un clima tenso: numerosas delegaciones diplomáticas abandonaron la sala en señal de protesta antes de que comenzara su discurso, una imagen que graficó la polarización internacional sobre el conflicto. Netanyahu llega asimismo con una orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional por presuntos crímenes de guerra y lesa humanidad, y su gobierno es objeto de fuertes críticas internacionales: la Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre los territorios palestinos ocupados concluyó que en la ofensiva contra Gaza se habrían cometido actos que podrían enmarcarse como genocidio, según sus informes.
En su alocución, Netanyahu mostró un mapa que, según él, evidencia “el eje del terror de Irán” y acusó a la república islámica de ser la raíz de las amenazas contra Israel. Afirmó que, en el último año, las fuerzas israelíes han “debilitado” a Hamás, Hezbolá y a los hutíes y han afectado programas armamentísticos iraníes.
El primer ministro reservó el tramo central del discurso para describir con crudeza el ataque del 7 de octubre, que definió como “el peor ataque contra los judíos desde el Holocausto”. Recordó a las víctimas israelíes y habló de los 48 rehenes que, según su gobierno, permanecen cautivos en Gaza —20 de ellos con vida—, a quienes se dirigió por altavoces prometiendo: “No nos detendremos hasta traerlos a casa a todos”.
Netanyahu lanzó además un ultimátum directo a Hamás: “Depongan las armas. Liberen a mi gente. Si lo hacen, vivirán. Si no, Israel les dará caza”, advirtió, en un pasaje que subrayó la intención de continuar la ofensiva hasta lograr sus objetivos declarados.
Del otro lado del tablero, las cifras humanitarias del conflicto siguen aumentando y alimentan el repudio internacional: desde el 7 de octubre, las operaciones israelíes han provocado decenas de miles de víctimas en Gaza —según distintos recuentos, cerca de 70.000 fallecidos, en su mayoría mujeres y niños—, lo que explica la fuerte respuesta diplomática y las crecientes demandas de alto el fuego y de protección a la población civil.
El discurso de hoy profundiza la fractura global sobre la guerra: mientras Israel defiende sus acciones como medidas de seguridad y rescate de rehenes, buena parte de la comunidad internacional reclama contención, un cese de la violencia y mecanismos para evitar la catástrofe humanitaria en Gaza. La Asamblea General, que sigue recibiendo pronunciamientos y decisiones diplomáticas en cadena, se transforma así en el escenario donde se juega no sólo el relato, sino también la presión para una eventual resolución política del conflicto.