Con la ya confirmada eliminación a manos de Independiente en el Torneo Apertura, el año 2025 se perfila como uno de los más decepcionantes en la historia reciente de Boca Juniors. La institución xeneize atraviesa una profunda crisis deportiva que ha puesto en jaque la gestión de Juan Román Riquelme como presidente del club.
El panorama actual es absolutamente frustrante desde lo deportivo. Boca apenas logró acceder a la zona de repechaje de la Copa Libertadores por una combinación fortuita de resultados favorables. Si Huracán hubiera vencido a Vélez en la definición de la liga anterior, el conjunto de La Ribera ni siquiera habría tenido la posibilidad del repechaje. Sin embargo, lo más doloroso para los hinchas fue el desaprovechamiento de esa oportunidad, quedando eliminado por Alianza Lima, un rival considerablemente inferior que no había conseguido sumar puntos en la fase de grupos.
La derrota en La Bombonera ante el equipo dirigido por “Pipo” Gorosito marcó un punto de inflexión. A esto se sumó la apuesta fallida por Fernando Gago como entrenador, quien hasta el momento no había demostrado capacidad para gestionar un plantel con aspiraciones de títulos importantes. La dirigencia tuvo la oportunidad de corregir el rumbo después del tropiezo ante Alianza Lima, pero decidió ratificar a Gago, esperando que pudiera cumplir con los tres objetivos planteados: ganar el clásico contra River, obtener el campeonato local y tener una buena participación en el Mundial de Clubes. Sin embargo, la estrepitosa derrota frente a River precipitó su salida y profundizó una crisis que no parece tener salida rápida.
Así, Riquelme se encuentra ahora en una disyuntiva crucial: puede continuar con el modelo actual sin realizar la autocrítica necesaria o puede relanzar completamente su gestión en lo futbolístico. Esta segunda opción implicaría tomar decisiones contundentes respecto al Consejo de Fútbol, responsable directo del fracaso deportivo. El camino hacia la recuperación requiere prioritariamente designar un entrenador con experiencia y capacidad de liderazgo para armar un equipo competitivo, reconocer que varios jugadores han cumplido su ciclo, y realizar incorporaciones significativas en el próximo mercado de pases, siendo la posible llegada de Leandro Paredes una de las expectativas más fuertes entre los hinchas.
La buena noticia es que a pesar del difícil momento futbolístico, la institución presenta una solidez administrativa y económica que podría facilitar la recuperación. Boca cuenta con la capacidad financiera para realizar contrataciones importantes y afrontar proyectos ambiciosos como la remodelación de La Bombonera, otra de las demandas históricas de los hinchas.
El tiempo juega a favor de Riquelme, con más de dos años y medio de gestión por delante y varios torneos donde podrá intentar revertir la situación. No obstante, el desafío más importante será comprender que ha llegado el momento de tomar decisiones drásticas y transformarse definitivamente en un presidente, dejando de lado el escudo protector que le brinda su condición de ídolo. Escudo que, por otro lado, cada vez muestra mas fisuras.
La hinchada de Boca, caracterizada por su pasión extrema, oscila entre momentos de euforia y desazón. Aunque algunos señalan la mala fortuna del equipo -como el gol errado por Cavani debajo del arco frente a Alianza, o la ocasión desperdiciada por Palacio ante Independiente anoche-, la realidad indica que los problemas van más allá de la suerte.
Boca necesita corregir errores con celeridad, mostrando una reacción contundente a sus hinchas que cambie las expectativas. Riquelme aún está a tiempo de reconducir la situación, pero deberá tomar decisiones que satisfagan las expectativas para mantener el apoyo a su gestión. De lo contrario, los más de dos años que restan de su mandato podrían convertirse en una pendiente difícil de remontar para el máximo ídolo de la historia xeneize.
