La violencia en el partido entre Independiente y Universidad de Chile sigue sumando capítulos. Este viernes, el gobernador bonaerense Axel Kicillof confirmó que ya fueron identificadas las personas que atacaron salvajemente a los hinchas chilenos en la tribuna del estadio de Avellaneda. Los agresores enfrentarán cargos por intento de homicidio.
La noticia fue transmitida al propio presidente Gabriel Boric, quien anoche habló por teléfono con Kicillof. El mandatario chileno agradeció la colaboración de las autoridades argentinas y remarcó que hechos de este tipo “no pueden ser naturalizados por la sociedad”.
Boric y Kicillof, en sintonía
El diálogo entre ambos líderes no fue casual: ya el jueves pasado se había visto una coordinación política inédita. Ese día, Kicillof recibió en La Plata al ministro chileno Álvaro Elizalde y al embajador José Antonio Viera Gallo, con quienes compartió información sobre lo sucedido en la cancha de Independiente.
En la reunión también se analizó la situación de los más de 100 hinchas chilenos detenidos tras los disturbios —que recuperaron la libertad el viernes— y se evaluó el estado de salud de los que permanecían internados en hospitales bonaerenses por las heridas sufridas durante la pelea entre barras.
“Ambos gobiernos condenamos cualquier tipo de violencia en espectáculos deportivos y nos comprometemos a establecer mecanismos de cooperación en materia de justicia y seguridad”, escribió Kicillof en X tras el encuentro.
Condena y preocupación
El caso abrió un fuerte debate en torno a la violencia en los estadios y los vínculos entre barras bravas, política y crimen organizado. El hecho de que la Justicia argentina caratule el ataque como intento de homicidio marca un cambio de tono frente a lo que muchas veces se investiga solo como lesiones o disturbios.
El presidente Boric insistió en que este tipo de episodios “deben erradicarse con sanciones ejemplares” y adelantó que su gobierno dará seguimiento diplomático al caso.
Una herida abierta en el fútbol sudamericano
El brutal ataque a los hinchas de la U de Chile en Avellaneda deja una herida que trasciende lo deportivo: afecta la relación entre países, la confianza en la seguridad de los espectáculos masivos y la imagen del fútbol argentino y chileno.
Mientras tanto, la investigación avanza y los responsables ya tienen nombre y apellido. Ahora, la expectativa está puesta en que las promesas de cooperación judicial y de seguridad entre Buenos Aires y Santiago se traduzcan en acciones concretas que eviten que la violencia siga marcando el pulso del deporte más popular del continente.






