“El FMI ayudará a los países a gestionar el ajuste macroeconómico y a impulsar las reformas. En la actualidad, 48 países recurren a nuestros mecanismos de apoyo a la balanza de pagos, entre ellos Argentina, donde las sólidas reformas orientadas al mercado cuentan ahora con el respaldo de nuestro programa más reciente y de mayor envergadura. Como segunda prioridad de suma importancia, los países deben enfocar una vez más su atención en los desequilibrios macroeconómicos internos y externos” afirma el documento del FMI ‘Hacia una economía mundial mejor equilibrada y más resiliente’.
Por su parte, Kristalina Georgieva Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional, en la presentación destacó al país y lo utilizó como ejemplo: “Argentina el año pasado tenía crecimiento negativo. La inflación estaba por las nubes y la pobreza crecía. Ahora, el país controló sus finanzas. El gobierno está actuando con mucha disciplina y firmeza con las reformas, y donde estamos hoy, las proyecciones de crecimiento para Argentina para este año son del 5%”.
Y añadió: “Puede que se reduzcan (las proyecciones) un poco debido al entorno global, pero de la recesión al 5% (de crecimiento), y inflación de dos dígitos pasamos a un dígito mensualmente; un dígito bajo. Y lo más importante, la pobreza del 50% a menos del 40%. Sigue siendo muy alta, pero con tendencia a la baja. Y la gente apoya al gobierno. ¿Por qué? Porque ven disciplina, compromiso y cumplimiento de promesas”.
Consecuencias de la guerra arancelaria
Empecemos por los aranceles, comenzó diciendo Georgieva y se explayó.
“Teniendo en cuenta todos los incrementos recientes de los aranceles, las pausas, las escaladas y las exenciones, parece evidente que la tasa arancelaria efectiva de Estados Unidos se ha elevado hasta niveles que no se habían visto en varias generaciones. Otros países han respondido”.
Y luego están los efectos secundarios transfronterizos. Cuando los gigantes se enfrentan, los países pequeños se ven atrapados en el fuego cruzado. China, la Unión Europea y Estados Unidos —a pesar de tener una razón importaciones/PIB relativamente baja— son los tres mayores importadores del mundo (gráfico 6). ¿Cuáles son las principales consecuencias? El tamaño importa: sus acciones afectan al resto del mundo.
Las economías avanzadas de menor tamaño y la mayoría de los mercados emergentes dependen más del comercio para crecer y, por lo tanto, están más expuestas, en particular al endurecimiento de las condiciones financieras. Los países de ingreso bajo afrontan el desafío añadido del desplome de los flujos de asistencia financiera que se ha producido cuando los países donantes han desplazado su atención hacia sus problemas internos.
¿Qué efectos tendrán estas tensiones? Permítanme que formule tres observaciones:
- En primer lugar, la incertidumbre sale cara. La complejidad de las cadenas de suministro modernas implica que los insumos importados se destinan a una amplia gama de productos nacionales. El costo de un producto puede verse afectado por los aranceles en decenas de países. En un mundo de tasas arancelarias bilaterales, cada una de las cuales puede subir o bajar, la planificación se torna difícil. ¿Cuál es el resultado? Buques que navegan sin saber a qué puerto dirigirse; decisiones de inversión postergadas; volatilidad en los mercados financieros; aumento del ahorro precautorio. Cuanto más se prolongue la incertidumbre, mayor será el costo.
- En segundo lugar, el aumento de las barreras al comercio asesta un golpe directo al crecimiento. Los aranceles, como cualquier otro impuesto, elevan los ingresos, pero a costa de reducir y desplazar la actividad. Además, los datos de anteriores episodios indican que las subidas de las tasas arancelarias no solo pasan factura a los socios comerciales. Parte de esa factura la pagan los importadores, que ven reducidos sus beneficios, y otra parte la soportan los consumidores a través de precios más altos. Al elevar el costo de los insumos importados, los aranceles tienen un efecto inmediato. Claro que si los mercados internos son de gran tamaño, los aranceles también crean incentivos para que las empresas extranjeras respondan invirtiendo directamente en el territorio, lo cual genera nueva actividad y nuevos empleos. Esto, sin embargo, lleva tiempo.
- En tercer lugar, el proteccionismo mina la productividad a largo plazo, sobre todo en las economías más pequeñas. Proteger a las industrias de la competencia reduce los incentivos para la asignación eficiente de los recursos. Las mejoras de la productividad y la competitividad logradas en el pasado gracias al comercio se pierden. El espíritu empresarial da paso a peticiones de exenciones, protección y apoyo estatal, en detrimento de la innovación. Pero, una vez más, si los mercados internos son grandes y la competencia interna es vigorosa, es posible mitigar los efectos negativos.
En definitiva, el comercio es como el agua: cuando los países erigen obstáculos mediante barreras arancelarias y no arancelarias, el flujo encuentra otros cauces. Ciertos sectores de algunos países quizás se vean inundados por importaciones baratas; otros podrían experimentar escasez. El comercio sigue adelante, pero las perturbaciones conllevan costos.






