Desde la asunción como presidente de Boca Juniors en diciembre de 2023, Juan Román Riquelme se apoyó en su figura de ídolo intocable para conducir la institución. Pero el encanto ya no alcanza: lo que antes era un reconocimiento tierno, hoy es un silencio irritante y críticas en susurros de todos los hinchas.
El Consejo de Fútbol integrado históricamente por Serna, Cascini y Delgado está bajo lupa: refuerzos fallidos, internas con el plantel y demoras burocráticas graves, como el mail mal enviado a Conmebol en 2024.
Riquelme baraja cambios, pero sin resignar poder: como bien hizo como jugador, mueve piezas, pero sigue cerrado en su oficina, mientras los reclamos suben y él los amaga.
La actualidad futbolística es decadente. Once partidos sin victorias, un equipo sin ideas, un DT que con menos de diez partidos está más afuera que adentro.
Lo que más preocupa es su repertorio internacional. Desde el inicio de la presidencia riquelmista, se ha disputado como máximo una fase 1 de Copa Libertadores y quedó eliminado ante Alianza Lima en La Bombonera. Pero además, de no disputarla en 2024, corre riesgo una posible participación en el próximo año tras la mala actuación en el actual Torneo Clausura.
En medio del desencanto por decisiones dirigenciales desilusionantes, Miguel Merentiel se convirtió en una de las pocas certezas de este Boca alicaído. Con goles decisivos como su doblete en el Superclásico en Córdoba, goles en el Mundial de Clubes y el récord de ser el segundo uruguayo con más goles en el club. Se afirma como figura y líder dentro del campo. O eso veían los hinchas. Tras lo ocurrido en el último partido se baraja la chance de apartarlo. Algo que sería incomprensible, ilógico y mala leche.
En Boca, los “Referentes” usan la capitanía y cobran sueldos extravagantes sin mostrar algo a cambio. Caso de Marcos Rojo, Javi García, Sergio Romero, Frank Fabra, Luis Advíncula o Edinson Cavani. Que para Román, están por encima del campeón del mundo Leandro Paredes en sentido de importancia futbolística y monetaria.
El resultado es una incertidumbre, Boca parece una bomba que en cualquier momento estalla. Mientras tanto, Riquelme es un espectador desde su palco, cebando mates y con mala junta, no reconoce sus errores y no escucha a sus seguidores haciéndoles el Topo Gigio.






