El uso de vapeadores, también conocidos como cigarrillos electrónicos, está ganando terreno en las escuelas secundarias de Argentina, generando alarma entre especialistas en salud y educadores. A pesar de su prohibición en el país desde 2011 por parte de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), estos dispositivos se han popularizado entre los adolescentes, quienes los perciben como una alternativa “más segura” al cigarrillo tradicional. Sin embargo, esta percepción dista mucho de la realidad.
Riesgos para la salud de los jóvenes
Contrario a la creencia popular, los vapeadores no están exentos de peligros. Aunque estos dispositivos funcionan vaporizando una solución líquida en lugar de quemar tabaco, estudios han demostrado que contienen nicotina, metales pesados, compuestos orgánicos volátiles y otras sustancias tóxicas. Además, su uso prolongado puede generar adicción, problemas respiratorios y daños irreversibles en los pulmones. La nicotina, incluso en dosis pequeñas, afecta de manera especial el cerebro en desarrollo de los adolescentes, alterando su capacidad cognitiva y fomentando la adicción a otras sustancias.
El uso de estos dispositivos, además, está lejos de estar regulado. Al ser vendidos en el mercado negro y a través de plataformas digitales, los líquidos utilizados para vapear pueden estar adulterados, lo que aumenta los riesgos de intoxicación y otras complicaciones de salud.
Prohibición de ANMAT y falta de control
En 2011, la ANMAT prohibió la comercialización y distribución de cigarrillos electrónicos y vapeadores en Argentina, argumentando la falta de evidencia científica que demostrara su seguridad y eficacia como herramienta para dejar de fumar. Pese a esta medida, la fiscalización ha sido insuficiente, y los vapeadores se consiguen fácilmente en tiendas informales o mediante plataformas de comercio electrónico, lo que permite su acceso, en muchos casos, a menores de edad.
El Ministerio de Salud y organizaciones de defensa de la salud pública han lanzado campañas de concientización, pero la respuesta ha sido tibia. Las autoridades educativas, por su parte, enfrentan dificultades para controlar el uso de vapeadores dentro de las instituciones escolares, ya que su discreto diseño permite a los estudiantes consumirlos sin levantar sospechas.
El desconocimiento de los padres
Uno de los factores más preocupantes es la falta de información que muchos padres tienen sobre estos dispositivos. Mientras algunos consideran que el vapeo es una moda pasajera e inofensiva, otros simplemente no están al tanto de que sus hijos los utilizan. En muchos hogares, los vapeadores pasan desapercibidos o son confundidos con objetos tecnológicos comunes.
“Muchos padres no saben que sus hijos están expuestos a una nueva forma de adicción”, advierte la psicóloga y especialista en adolescencia Mariana Sánchez. “A menudo no se dan cuenta de que el dispositivo que su hijo lleva en la mochila no es un gadget inofensivo, sino un potencial riesgo para su salud”.
La necesidad de una respuesta conjunta
Frente a este escenario, los especialistas coinciden en la necesidad de una intervención más decidida por parte de las autoridades de salud y educación, sumada a una mayor sensibilización de los padres. La implementación de campañas informativas y programas de prevención en las escuelas se vuelve urgente para evitar que el uso de vapeadores continúe creciendo entre los adolescentes.
La lucha contra este fenómeno también debe incluir un marco regulatorio más efectivo que permita el control sobre la venta y distribución de estos dispositivos, así como el desarrollo de estrategias de intervención temprana para quienes ya han comenzado a utilizarlos. Solo mediante una acción coordinada se podrá frenar el avance de una tendencia que pone en riesgo la salud de toda una generación.
Esta nota busca visibilizar un problema emergente en las escuelas secundarias del país, una situación que exige acción inmediata tanto del Estado como de las familias, antes de que los vapeadores se conviertan en la puerta de entrada a problemas de salud y adicciones más graves.
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