Por el Lic. Adrián Dall’Asta
“… da más fuerza saberse amado que saberse fuerte…”
Goethe
En este mundo lleno de preguntas, vacío de respuestas y que a veces transita a la deriva, los seres humanos necesitamos ver el horizonte, saber el porqué de nuestras acciones, la razón que nos lleva cada mañana a empezar un nuevo día, en definitiva, poder preguntarnos y a la vez respondernos ¿Cuál es el sentido de la vida?
El mundo del trabajo, los compromisos constantes y el devenir cotidiano no contestan el dilema de los hombres (dilema que a veces queremos silenciar llenos de actividades), hay razones de fondo que deben descubrirse y que alguien debe ayudar a que podamos descubrirlas. Existe formación y estudios para casi todo, menos, una preparación sólida para lo único que tiene sentido: ser felices.
Desde este lugar irreemplazable creemos que los padres podemos formar hombres y mujeres que, entendiendo el sentido trascendente de sus vidas, puedan llevarlo al mundo de todos los días, especialmente al del trabajo y desde allí generar la transformación más poderosa que la realidad actual necesita y reclama.
Podemos transitar esta vida llenos de dudas, de distintas cavilaciones, pero sólo hay una certeza que permite el desarrollo feliz de los seres humanos: la certidumbre del amor de nuestros padres. La misma, cuando existe, nos fortalece, siguiendo la línea del poeta alemán JW Goethe.
Este amor filial es aquel que construye hijos sanos, armónicos, felices. A veces esta consigna nos parece inalcanzable a los padres, por eso vivimos llenos de angustia y de culpabilidad. Me refiero a hijos felices y no a sobreprotegidos. Creo que, en estos tiempos, los padres y las madres, nos hemos olvidado de que la felicidad es un camino hacia el cual uno debe ir, “la felicidad consiste en ir a ser feliz”, y no un estado de “estar siendo feliz”, como enseña Julián Marías. Esto necesariamente se educa.
Es nuestro “trabajo de padres y madres”, por lo tanto, requiere mucho tiempo y esfuerzo. El pensador español añade a esta reflexión que la espera es un ingrediente decisivo de la vida.
La pregunta se asoma y exige respuestas: ¿Cómo enseñar a nuestros hijos a vivir en plenitud la experiencia de sentirse amado y amar?
No hay respuestas fáciles, ni de libro, no hay que buscar afuera lo que se lleva dentro; se enseña viviendo y siendo ejemplo de la vivencia que uno, como padre – madre intenta dejar en la “cuenta bancaria emocional de nuestros hijos”, nos diría Covey.
Quizás sea esta una de las razones de tanto desconcierto actual por parte de los padres en la educación de sus niños: las intenciones más nobles viven en conflicto con el testimonio y la propia experiencia adulta en la expresión del amor. “El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es una oficina ni un comercio ni una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la familia.” G.K.Chesterton.
Estas y otras tantas razones, nos invitan hoy a compartir con ustedes la importancia de reflexionar sobre el testimonio del amor humano, experiencia única, decisiva en la ruta de la vida de nuestros hijos y que tiene en sus padres el espejo clave para su aprendizaje incondicional.
Creemos firmemente que la prevención de todo lo que hoy nos desvela y preocupa se desvanece frente a niños y jóvenes protegidos por los anticuerpos de la experiencia de sentirse amado- valorado. Aprendizaje que encuentra en los padres y madres un modelo a imitar y a vivir el resto de sus vidas conforme a la manera en que fueron amados como niños.
A veces este desafío maravilloso y lleno de sentido se ve opacado por la culpa, el miedo, las interminables reuniones, en definitiva, la vorágine de la vida actual. Quizás sea este un buen momento para retomar las prioridades sin dejar ninguna de lado, sino simplemente para ordenarlas y volver a ubicar cada una en su lugar.
La respuesta a lo importante, o a qué es lo que le da sentido a nuestras vidas, no es excluyente, pero sí debe tener una escala de prioridades porque es justamente allí, donde nos encontramos disconformes, angustiados y frustrados.
Sostenemos con firmeza el argumento de la paternidad y maternidad como un trabajo, pero un trabajo a realizarse entre dos, y sabiendo que cada uno puede complementar al otro sin reemplazarlo. Esto así planificado, alivia la angustia que por momentos puede provocar, la ausencia, el stress y las dificultades externas de todo tipo que a veces se llevan toda nuestra energía y nos hacen perder el rumbo.
Ser padres y madres no es un trabajo “part time”, sino es “full life”, y para siempre. Pero cumplidos los objetivos creemos que el “bonus” final vale la pena: educar hijos felices que transmitan esta convicción a donde quiera que vayan, dando razón y sentido a la existencia humana, aportando a la sociedad la cuota imprescindible de bien común y de paz.
Este trabajo invita a reconocer el rol de los padres como el eje de la constitución vital de la familia, lugar en donde sabemos radica el futuro de un país.
EL TRABAJO DE SER MADRE: FUNCIÓN MATERNA
“Amar a la madre de sus hijos, es lo mejor que un padre puede hacer por sus hijos”
Theodore Hesburgh
Como describíamos en un comienzo la complementariedad en la educación de los hijos hoy y siempre ha sido clave en el éxito de la misma.
Quizás y dada la situación actual quién se ha visto más afectada en este rol es la madre.
Sin ningún ánimo de describir el rol materno como especialista que no soy en esta temática, me voy a tomar el simple atrevimiento de poder enunciar algunos aspectos importantes que no deben dejarse de lado para la educación de los niños.
1. La madre cumple-ocupa un rol imprescindible en el aspecto nutricional de los hijos, no sólo en la alimentación física sino y fundamentalmente en la alimentación emocional.
Ambas se complementan a lo largo del crecimiento, desde el nacimiento donde casi se dan en simultáneo, (especialmente en el momento del amamantamiento), hasta las primeras comidas donde el juego y el alimento van creando no sólo un lazo afectivo sino todo un espacio de comunicación y entendimiento que permite el desarrollo pleno e integral de la persona, a través del constante estímulo. Aspecto que no debe abandonarse cuando comienza la escolaridad y que a veces se descuida, con comidas insanas y rápidas para “salir del paso”. Más allá de las obligaciones laborales, alimentar sanamente a nuestros hijos es parte del trabajo al que hacemos y haremos alusión todo el tiempo en estas líneas.
2. El amor incondicional parece una tarea de ambos y suena extraño atribuirla a la función materna. Es cierto, pero en el caso de la madre el contacto piel a piel y el estímulo inicial juega un papel crucial en el crecimiento y desarrollo porque también se alimenta desde lo sensorial. El niño que se siente amado, crece mejor y más sano. En los tiempos que se pueda y como se pueda, este contacto y este trato corporal forman parte del trabajo conciente de la maternidad y en este sentido nos animamos a decir que es una actividad de cierta “exclusividad” y de muy difícil reemplazo, ya que es la madre quién enseña a expresar y a recibir ternura.
3. Este alimento que fortalece la capacidad de empezar a conectarse con el mundo debe complementarse con otro objetivo muy relevante de la función materna que es ayudar a cada niño a creer en sí mismo. Este sentimiento desarrolla en el niño la posibilidad de ser capaz de hacer bien las pequeñas tareas de cada día, y ser valorados por ello.
Si habitualmente la madre logra transmitir al hijo que tiene confianza en él, este será capaz de crecer emocional e intelectualmente, generando una plataforma de apertura al mundo del estudio que el padre luego complementará desde su función.
4. Recuperar la alegría de la maternidad, van unos pequeños “tips”
▪ Un consejo: desarrollemos nuestro sentido del humor.
▪ Aprendamos a reírnos con nuestros hijos.
▪ La madre es la principal fuente de seguridad y debe transmitir sentido del humor facilitando al niño su absorción para enriquecer el clima familiar.
▪ Si reaccionamos de manera simpática frente a sus dificultades u ocurrencias, nuestros hijos aceptarán sus imperfecciones.
▪ El sentido del humor es “contagioso” y le hace mucho bien a la familia.
MADRES QUE TRABAJAN…. Y SON MADRES
“De todo lo que me ha enseñado la maternidad, lo más útil para mi carrera diplomática ha sido… ¡conseguir que todos quieran jugar juntos!”
Madeleine Albright
Pareciera que cuando uno analiza algunos roles de la función materna y la compara con la realidad que nos toca vivir, lejos de ser un estímulo para nuestras vidas parece una amenaza paralizante e imposible de realizar. Vamos a proponer un desafío que quizás permita algún alivio y puesta en práctica. Dijimos que no se trataba de abandonar ni de desconocer las obligaciones, sino de priorizar y ordenar la mismas.
En la vida profesional se adquieren habilidades que se desarrollan con naturalidad en el trabajo y, ¿por qué no desarrollarlas en casa?
a. Administración del tiempo: si entendemos que estamos frente a un trabajo, entonces la casa también debe tener una agenda, tiempo para compartir y para jugar. Uno a veces se deja traicionar por la nostalgia, pero en vez de penar porque nunca tengo tiempo, ¿por qué no implementar un sistema de mayor aprovechamiento horario? Seguramente habrá días complicados en donde ponernos una obligación resulta imposible, pero habrá días de descanso en donde podamos (planificado y puesto en la agenda como impostergable) seguramente encontrar estos espacios de compartir y de nutrirnos mutuamente.
b. Poner nuestros conocimientos profesionales al servicio del desarrollo de la maternidad. Nuestros hijos tienen necesidades, y también intereses, ¿cuáles son? Descubrirlos es parte del trabajo y quizás muchos de ellos puedan ser complementados desde nuestra capacitación profesional. Por ejemplo, quiénes se dediquen a trabajar en compras en una empresa pueden ayudar a que los chicos desde niños tengan claros los conceptos del ahorro y de los gastos, esto puede practicarse en el supermercado, yendo juntos a hacer las compras, charlar y disfrutar sin correr todo el tiempo detrás de la urgencia.
Son sólo ejemplos que se proponen ayudarnos a cambiar la óptica de lo que ya sabemos, pero normalmente no hacemos. No hay recetas mágicas, al igual que en cualquier oficio, el trabajo y el esfuerzo acompañados de la vocación y del disfrute que provoca la tarea bien hecha nos van a ir acompañando y ayudando a salir de la preocupación y a encontrar sentido a la tarea educativa.
EL TRABAJO DE SER PADRE: FUNCIÓN PATERNA
“Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo que tener un piano no lo vuelve a uno pianista”
Michael Levine
Esta frase de Michael Levine nos permite empezar con contundencia separando la gran confusión moderna sobre el rol del padre. Una cosa es la posibilidad de tener un hijo (progenitor) y otra muy distinta es la de cumplir con su rol (función paterna). Si solo fueran padres los progenitores, entonces cualquier aventura para tener un hijo (incluso comprarlos) nos daría el rol, pero esto la naturaleza se ha encargado de ponerlo en orden.
Mucho es lo que puede decirse de la función paterna, especialmente desde la psicología, ámbito que dejaremos para quiénes han estudiado esta disciplina, en estas líneas sólo pondremos el foco en cuatro aspectos muy importantes de la complementariedad que requiere la tarea educativa filial en pos de futuros hombres y mujeres de bien para nuestra sociedad.
▪ 1. Introduce al niño en el mundo real, cortando la relación simbiótica con la madre. Esta tarea que a priori suena poco gratificante es vital para que cada uno recupere su lugar y así podamos ser la mejor imagen de nosotros mismos. Cuando la mujer se ve beneficiada por este involucramiento del padre, recupera su lugar de madre, pero especialmente su lugar de mujer, volviendo a ser ella misma y permitiendo que el niño sea él mismo. Si el padre no interviniera en este aspecto la fuerza del vínculo es tan potente en orden a la subsistencia que ambos seguirían siendo uno y eso no les dejaría el lugar que cada uno tiene que ocupar.
Para fortalecer cada aspecto de esta necesaria complementariedad que enunciamos nos apoyaremos en distintos textos de la pediatría, como en este caso: “todo niño necesita de un padre para poder desprenderse de la madre… encontrar al padre no solo significará poder separarse bien de la madre, sino también hallar una fuente de identificación sexual… las consecuencias de la carencia paterna son tan graves como las consecuencias de la carencia materna” (Aberastury & Salas, 1984)
▪ 2. Permite la seguridad en sí mismo y por lo tanto desarrollar habilidades para el aprendizaje. El padre de alguna manera es “quién abre la puerta al mundo”. La madre prepara el terreno, pero es el padre quién lleva al niño hacia el exterior. En este sentido la participación del padre en las tareas escolares es clave, es un lugar muy importante y que garantizamos si se le da un rol activo al papá, un mayor compromiso y éxito de los chicos en el estudio. Cuando decimos involucrarse implica, no sólo las tareas, sino también los actos, entrevistas y todo aquello que hace a la vida escolar.
“El riesgo de interrumpir estudios secundarios, y el riesgo de embarazo en la adolescencia se duplican cuando falta el padre”. (Mc Lanahan & Sandefur, 1994)
▪ 3. Enmarca al niño en un contexto de vivencia de los propios límites para poder aceptar los límites externos y así vivir conforme a la ley (adaptación a las normas). Uno de los temas de mayor preocupación social en nuestro país y en el mundo es la inseguridad asociada al delito.
“el riesgo de actividad criminal en la adolescencia se duplica para varones criados sin figura paterna. Un punto interesante de este estudio es que el impacto de una madre ausente respecto de la variable criminalidad es casi nulo, lo que confirma la especificidad de la figura paterna respecto de la conducta transgresora.” (West & Konner, 1976)
Parece increíble que existiendo muchísima investigación y bibliografía sobre la función paterna y el delito (destacamos en argentina al Dr Ricardo Chouhy) no se tome en serio como política de estado trabajar en estos vínculos como un posibilidad cierta y concreta de prevención de conductas antisociales, ya que está absolutamente demostrada su causal directa cuando existe una disfuncionalidad en el vínculo entre los padres y los hijos. Como aspecto positivo vale la pena ratificar que un padre emocional, física y psicológicamente presente permitirá a sus hijos una mayor integración en la vida social, emanciparse con éxito de su familia de origen y esos hijos podrán, sin dudas construir un proyecto de vida propio. Esta es una de las tantas razones por las cuales afirmamos que la familia es el ámbito esencial del desarrollo de los futuros ciudadanos custodios del bien común.
▪ 4. Educa la capacidad de regular los impulsos, dicha capacidad previene adicciones.
Esta función normativa que cuenta con tantos beneficios, también previene conductas adictivas. Cuando entramos en el terreno de las adicciones comienza un lugar difícil donde en general nos asustamos y preferimos ni hablar de ello. Justamente es la primera señal de alarma, sentirnos ajenos a una conducta que puede involucrar a cualquiera.
“La función paterna tiene un rol crítico en instaurar la capacidad de controlar los impulsos en general y el impulso agresivo en particular, es decir la capacidad de autorregularse….dicha capacidad es clave para funcionar dentro de la ley… esta función paterna y control de impulsos tiene posiblemente un rol importante en las adicciones.” (Stern, Northman & Van Slyk, 1994)
Esta función normativa es lo que comúnmente se llama, “poner los límites”. El padre que es quién tiene este rol desde la función propia pero como dijimos desde un primer momento, ninguna de estas funciones materna y paterna es excluyente, sino que es complementaria del otro.
Por eso si bien cada uno (padre y madre) aporta a la educación de los hijos algo propio, cada uno puede ocupar el rol cuando los niños lo necesiten y por supuesto dentro de la familia extendida este rol también puede ejercerse sin ningún problema. Es hoy impensable en el ritmo que vivimos que no intervengan las abuelas, quiénes ayudan y mucho especialmente a las madres o los abuelos, tíos o padrinos cuando por la razón que fuere no exista esa figura varonil paterna.
“La perturbación de la capacidad de autorregulación y la perturbación del proceso de emancipación de la familia aparecen como el denominador común de las patologías asociadas al déficit de la función paterna, que manifiestan tanto en dificultades en la escuela, problemas con la ley y por supuesto en las adicciones.” (Snarey, 1993)
HERRAMIENTAS PARA FORTALECER LAS FUNCIONES MATERNA Y PATERNA
• Tomar conciencia de la importancia de mi rol como padre y madre.
• Es un trabajo en pareja (madre y padre)
• Dedicar tiempo exclusivo
• Practicar deporte, lectura, música u otros intereses
• Compartir tareas escolares
• Ponernos a cargo del problema (no delegable)
• Preservar el lugar diferencial de padre, madre e hijo.
• Disfrutar, aprender y planificar.
A partir de la lectura de este texto ¿puedo elaborar un plan de vida junto a mis hijos que pueda permitirme crecer en el desarrollo de mi función de padre y madre?
IG: adriandallastaok
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