La marca “La Nación” es una institución enorme dentro de la historia nacional de las comunicaciones. Por eso siempre hizo ruido que una de sus herederas necesarias, hablo de Esmeralda Mitre, haya repetido hasta el cansancio que ella quería participar de su directorio periodístico “porque estoy cansada de leer errores de ortografía en los títulos del diario de mi finado padre (Bartolomé Mitre)”.
Pero detrás de ese reclamo que iba desde la gravedad hasta la inocencia, había otras razones y cuestionamientos que se fueron profundizando desde la herencia, el reparto de los patrimonios y hasta la propia muerte de Luis Emilio Mitre, silencioso testigo de lo que fue el escandaloso acuerdo de “Papel Prensa” que terminó favoreciendo acciones y patrimonios de los diarios “La Nación” y “Clarín”, en detrimento de otras empresas gráficas que terminaron pagando con gran multiplicidad la materia prima de sus publicaciones.
Aquella Esmeralda que comenzó ironizando con los errores de ortografía de su diario hoy se presenta en el Juzgado de Instrucción Número 32 reclamando por la muerte y asesinato de su tío, que la dejó afuera de su porción de herencia considerada en millones de dólares.
Luis Emilio en vida dijo haber labrado un testamento en el que sus hermanos Bartolito, María Elena y María Elisa no recibirían un centavo de su legado, y que el patrimonio iría para algunos de sus sobrinos, pero especial para Esmeralda que fue su sobrina preferida.
En esta reapertura de revisión, todas las miradas se dirigen a Bartolito para explicar la muerte Luis Emilio Mitre, que se trató de disfrazar como un crimen pasional cuando habría sido otra cosa. El fue asesinado en el octavo piso de la calle Posadas el 31 de diciembre de 2005. Han pasado 17 años de aquel crimen por el que se involucró a dos sujetos.
Uno estuvo detenido 15 días y se llamaba Gaspar Chiapetta, y fue liberado “por falta de méritos” con una defensa que patrocinó el doctor Víctor Stinfale, el mismo abogado de Diego Armando Maradona. El repudiable Chiapetta está sindicado como el asesino de Mitre, sin condena, que asfixió a Mitre y habría sido por encargo expreso, antes que Luis Emilio elevara el testamento que supo pensar y nunca certificó.
Este deleznable sujeto huyó a Paraguay donde murió víctima de HIV furibundo y su compañero de la noche criminal también se escapó a un pueblito paraguayo donde desapareció sin dar más señales de vida.
Hoy Esmeralda Mitre abrigada por el doctor Daniel Llermanos, que fuera abogado del sindicalista camionero Hugo Moyano, reclama ante la justicia el esclarecimiento de muerte del tío Luis Emilio, mientras también planea el reconocimiento de Esmeralda en el directorio de La Nación y la fortuna que se le niega a su clienta en concepto de herencias y negaciones patrimoniales. Una guerra de errores ortográficos y muertes impunes que siguen su camino en tribunales y en busca de la verdad.
Y es por el mismo sendero que la propia Esmeralda se ilusiona con la candidatura política que le propone el doctor Llermanos, su abogado, acercando a “La Nación” al populismo y puntualmente al oficialismo… Nos vemos y hasta siempre.