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El Día de la Madre: Más allá del comercio y los estereotipos superficiales

Por el Lic. Adrián Dall’Asta

El Día de la Madre, una fecha que a menudo se encuentra eclipsada por el consumismo y la publicidad, posee un valor mucho más profundo que los regalos que se promueven en las vitrinas. En un mundo que a veces reduce la maternidad a lo comercial o que magnifica los aspectos negativos de esta labor, es fundamental recuperar el sentido esencial de esta celebración: el reconocimiento a un rol que, en su naturaleza nutritiva, es fundamental para el desarrollo de la sociedad.

La función nutritiva de la madre
Cuando hablamos de la madre, estamos hablando de la primera fuente de seguridad, apego y amor incondicional para los hijos. Desde el nacimiento, el vínculo entre madre e hijo es esencial en la construcción de la identidad emocional y psíquica del niño. La función de la madre no se limita a proveer alimentos o cuidados físicos, sino que abarca el apoyo emocional y el establecimiento de una estructura afectiva sobre la cual el individuo crecerá y se desarrollará.
La madre, con su presencia constante y disponibilidad emocional, es la figura que enseña a los hijos las primeras lecciones sobre el amor, la empatía y la reciprocidad. En este sentido, la maternidad trasciende lo biológico y se convierte en un eje que sostiene los primeros años de vida de cualquier persona, sentando las bases de la capacidad de confiar y relacionarse con los demás. Este rol nutriente no es estático ni se limita a un contexto tradicional; madres solteras, madres en familias separadas o en contextos no convencionales cumplen con la misma función de proporcionar un entorno seguro y amoroso para sus hijos.

La complementariedad en la educación
Uno de los grandes desafíos actuales es comprender que, aunque una madre puede ofrecer un amor inigualable y un sostén emocional imprescindible, la paternidad también juega un papel clave en el desarrollo de los hijos. Sin embargo, la educación y crianza no necesariamente requieren la presencia simultánea de ambos padres bajo el mismo techo. La complementariedad en la educación implica que, aunque separados, ambos progenitores —o incluso en casos donde uno solo está presente— pueden cumplir roles importantes y balanceados en la formación de sus hijos.
No se trata de dividir la educación en funciones exclusivas (la madre como proveedora de afecto y el padre como autoridad), sino de entender que ambos, independientemente de la estructura familiar, tienen el potencial de ofrecer apoyo emocional, guía y estructura. En este sentido, el Día de la Madre debe verse como una celebración no solo de la figura materna en su contexto tradicional, sino también de las madres que, en situaciones difíciles, asumen responsabilidades múltiples con valentía y dedicación, sin descuidar la esencia del amor y la educación.

El falso realismo sobre la maternidad
En los últimos años, ha surgido una narrativa que parece empeñada en mostrar la maternidad únicamente desde una perspectiva negativa. Se hace énfasis en el cansancio, la falta de sueño, los cambios físicos, la carga mental que conlleva organizar una casa, y la supuesta dependencia emocional de todos los miembros de la familia hacia la madre. Aunque estas experiencias pueden ser parte de la vida de muchas madres, no representan la totalidad de la maternidad.

Este “falso realismo” que solo resalta lo negativo y se enfoca en una versión distorsionada del sacrificio de ser madre, ignora las satisfacciones profundas y el significado trascendental de este rol. La maternidad no es una lista interminable de obligaciones, ni mucho menos un ancla que impide el desarrollo personal de la mujer. Al contrario, es una labor que, en su esencia, fomenta el crecimiento tanto de la madre como de sus hijos.
Es importante reconocer que los desafíos de la maternidad son reales, pero reducir todo a esos aspectos es una mirada superficial y egoísta. Es en esos momentos difíciles donde muchas mujeres descubren fuerzas internas y una capacidad de resiliencia que jamás imaginaron tener. La maternidad, más que una carga, es una oportunidad para construir relaciones sólidas, transmitir valores y participar activamente en la creación de la próxima generación de seres humanos capaces de amar, cuidar y ser responsables.

La maternidad como pilar de la sociedad
Celebrar el Día de la Madre, entonces, debe ir más allá de los estereotipos comerciales y las quejas superficiales. Debemos reivindicar el rol de la madre como uno de los pilares de nuestra sociedad, reconocer la importancia de su labor diaria y honrar su capacidad para nutrir emocionalmente a sus hijos. Ser madre no es fácil, pero es una de las experiencias más profundas y gratificantes que una persona puede vivir.
En un mundo que a menudo parece perderse en la superficialidad, recordar y valorar la función esencial de la maternidad nos conecta con lo que realmente importa: el amor incondicional, la construcción de vínculos y el desarrollo integral de las personas. En este Día de la Madre, celebremos a aquellas mujeres que, con su presencia diaria, moldean el futuro de nuestra sociedad, una vida a la vez.
Por todo esto y mucho más sólo me resta decir FELIZ DÍA A TODAS LAS MADRES.

IG adriandallastaok
www.fundacionpadres.org

 

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